martes, 9 de diciembre de 2008

El disco comunista

Diez amigos y yo compramos un disco y pagamos la consiguiente parte proporcional del precio. En la tienda nos soplan la pasta y nos dan el recibo, por lo que cumplimos con el mercado y con la ley.

Esos diez amigos y yo alquilamos un local o nos juntamos en mi guarida para celebrar el Fin de Año, comer ganchitos y hablar de chicas mientras escuchamos el disco que hemos adquirido.

Un sujeto añadido -con gafas oscuras, sombrero y gabardina- al que nadie ha invitado se aparece por el lugar y nos empura mediante un chivatazo multimedia porque, según él, no hemos pagado el diezmo al señor feudal. Todo muy bajuno y vomitivo.

Si el día uno de enero a las tres de la mañana hace sol, ¿quién es el hijo de puta?
Si el día uno de enero a las tres y diez de la mañana sigue haciendo sol, ¿quién nos defiende en esta mierda de país?
¿Por qué desde hoy hasta el uno de enero a las tres y once se me queda la cara de gilipollas que no levanta ni un buen sopapo?

Miren, una cosa es que existan leyes que se puedan complicar y hacerte dar vueltas –para eso están el sentido de la justicia, los abogados y los mecanismos judiciales-; y otra es la vileza de que nos tomen por imbéciles y analfabetos cuatro descerebrados que utilizan el poder de reclamo que tienen algunos artistas para ganar adeptos, tirar de cartera ajena y coaccionar al ciudadano.

¿Qué porcentaje de gente no ha oído una canción comercial del disco que le han regalado con un grupo de amigos?
¿A quién se le llena la boca de libertad de expresión, democracia y cultura, hipocritones?
¿Dónde están las cuentas? A ver.

Cada día me da más asco vivir en este país.

Chiste:


-Abuelito, abuelito, cuéntame un cuento.
-Bien, Pepín. voy a contarte la Historia de España.

Al día siguiente:

-Abuelito, abuelito, cuéntame un cuento.
-¿Cuál quieres?
-¡Cuéntame otro de ladrones!

Pues eso.

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