jueves, 4 de diciembre de 2008

Amistad al por mayor

Esto de los amigos es algo complicado; uno toma para sí una serie de parámetros que cree controlar, que le da el poder de diseccionar la parte de la múltiple realidad que le ha tocado, y luego se da cuenta de que nada es lo que intuía mientras una sensación parecida a calzarse unas bragas de esparto le invade el discernimiento.

El fenómeno en ocasiones te deja estupefacto, porque un día cualquiera te llegas hasta el bar a echar la partidita, pero no entras, porque antes de entrar te llenan el cerebro de plomo. Cuando los amigos ven alejarse la ambulancia contigo dentro, muerto, algunos exclaman “no somos nada”, otros “algo habrá hecho”, y vuelven al tapete pidiendo a quien pasa por allí que ocupe tu lugar, que la partida se tiene que jugar, que se hace tarde y que qué le vamos a hacer, son cosas de la vida. Que si no andas con cuidado te la quitan.

Las relaciones con la gente pasan de complicadas a curiosas, y viceversa, convirtiéndose en una fantasía maquinal que te mantiene engañado. La amistad por el interés es de lo más saludable, porque cuando te das la hostia abres los ojos y lo ves todo mucho más claro; sabes quién te quiere para qué y bajo qué circunstancias. Otras veces no puedes darte cuenta porque un encapuchado te pega un par de tiros por la espalda y te deja en el sitio.

“Hay una teoría infalible sobre la amistad: siempre hay que saber qué se puede esperar de cada amigo.” Y realmente es infalible, nunca falla.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Soy de los que tienen sillas reservadas y algunas por reservar así que siempre espero que vengan todos para la partida y si alguno no viene porque no puede ese día esa silla sigue estando reservada.

Anónimo dijo...

Pues ya somos dos, los que reservamos la silla!! parece que algunos seguimos creyendo en esas cosas...

Spirou dijo...

Poneos un nombre leche, que me lío.
La Real Academia Española, durante el franquismo, mantuvo el puesto de los académicos exiliados hasta su muerte.
Na, era por ilustrar.