jueves, 30 de octubre de 2008

Ya está aquí

-Buenos días, soy el Señor Frío.
-…mmmmpppffff ¿ein?
-He venido a hacerte una visita.
-No tenías por qué.
-Oh, je, je, no me cuesta nada.
-Insisto, de verdad, no t…
-Que sí, coño, que ya estoy aquí. Hala, levanta mamón.

Bien, yo por las noches suelo dormir o lo que sea con la ventana abierta y agazapado bajo las mantas, pero esta mañana me he levantado destapado, medio en pelotas y con un biruji que me ha hecho dudar por un instante de mi condición masculina “¡Dios, dónde está!”, así que una de dos: o he compartido sueño con una pelirroja pecosilla risueña, insomne y muy alegre o el perro se ha colado en mi habitación y ha trajinado por la cama abusando más de lo que debiera. Esto último dicho así, a bocajarro, me acojona bastante así que me engañaré pensando que he tenido diversas vacilaciones con la señorita pizpireta, que siempre es más agradable y bien pudiera ser la mejor manera de comenzar el día, ¿no creen? Joder, pues yo sí.

Se habrán dado cuenta de que hace frío; el dolor intenso que padecen en la punta de los dedos no se debe a que hayan puesto las cadenas al coche, estoy convencido de que ustedes nunca se rebajarían a tal obscenidad. Yo, que soy un pervertido y suelo caer en estas complacencias, les puedo asegurar que el dolor que se sufre al trabajar en la nieve con las manos desnudas es comparable a cuando la suegra te pilla mirándole las tetas o palpando el trasero a su hija, bueno, no sé si tanto, pero por ahí andará. En todo caso, para no amilanarse en ninguna de las dos situaciones, lo mejor es trasegarse un lingotazo de tinto de la Ribera, que engrana las voluntades y espanta los malos pensamientos.

El frío, a grandes rasgos, es la ausencia de calor. Esta es una definición que, quien la pronuncia con tono solemne y ante el público algo apabullado, se cree un orador de la antigua Roma y hasta le toman por listo. Vamos a ver: si hace frío es que no hace calor. No tiene mayor misterio.
El frío no sienta demasiado bien a los ánimos, en invierno uno se queda pensando más de lo debido en las vidas ajenas, en cómo de alguna manera podrían confluir para intercambiar experiencias y esas cosas, una especie de fuelle del destino al que todos nos vemos abocados. Lo mejor es echarte una bufanda al cuello bien apretada para que se te vaya pasando la tontería.

El asunto más desagradable de un día de frío es el frío, porque es un concepto que nadie acaba de entender; oigan, pudiendo hacer calorcete por qué le da al tiempo por ponerse serio y marear, ¿acaso nos hemos metido con el sol? ¿Le hemos tirado piedras? ¿Entonces, por qué se larga? Lo cierto es que lo de las piedras… euh… a ver, yo de pequeño decía que llegaba con el tirachinas al centro mismo del sol, esto es, que apuntaba hacia el objetivo achinando los ojos y disparaba, y como nadie tenía cojones de mirar de frente a ver dónde caía el pedrusco nunca me quitaban la razón. Es lo bueno de ser un niño: sin perder la inocencia eres más humano que los adultos.
Cuando era un poco más chiquitín me agencié unas orejeras azules, peludas, de mucha representación y que daban un calorcito la mar de agradable. No es una prenda al uso, pero cuando pica de verdad el frío te puede sacar de más de un apuro.
-¿Y cuando te roban el bañador en la playa?
-Eso depende.

Luego está la lluvia; lo de la lluvia es puro cachondeo porque te levantas, abres la ventana y rápidamente se cuela una vocecilla que alargando la última sílaba exclama “¡Te vas a mojar!”, mientras piensas “Jojo, pinta tiene, pero yo gasto paraguas.” Como es natural sales a la calle y llueve de lado, no sabes explicar por qué, si no hace viento pero, claro, te mojas. Esto no es muy normal, pero a mí me pasa.

No alardeen con que son de Bilbao o de Matalosmojinos y abríguense, saquen patatas y castañas a la ventana, que se ahorrarán trabajo porque hace un frío que pela.
-¿No te se ocurre na mejor?
-Pos no, que me s'aelao el hentendimiento.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo aveces creo que soy Gallego.

Spirou dijo...

Será por la morriña.