domingo, 26 de octubre de 2008

Cosas que se me ocurren

Me ha venido a la cabeza si, como seres humanos, deberíamos o no perdonar la decepción: la decepción que nos inflige esa persona en la que habíamos puesto alguna esperanza como pareja, como amiga, como leal enemiga o incluso a nosotros mismos, que somos el uno y el todo. Lao Tze dejo escrito algo parecido a que “…el sabio no actúa y así no fracasa. No se aferra a nada y así nada pierde.” Este es el principio de la no-acción del Tao, por lo que como no esperas nada no pierdes nada. Entendido como se ha de entender es una lección cojonuda y muy eficaz, pero este concepto no concuerda en demasía con la mentalidad occidental, que va por otros derroteros más complicados y menos prácticos que la llevan a basar muchos aspectos de la vida en las esperanzas, esto es, en imaginaciones y por tanto resultados intangibles. Lo cual no deja de ser una realidad para nosotros: nuestra percepción solipsista que bebe de posibles resultados ajenos; así que caemos en un temporizador sin dígitos, que es lo que vienen a ser las esperanzas. Una lotería. Si alguien ha conseguido llegar hasta aquí sin taquicardia comenzará a entender a lo que me refiero. El poder de perdonar no deja de estar ligado de algún modo a la esperanza, por aquello de que la gente puede equivocarse y no por ello ser mala gente, por tanto ¿se debe perdonar? ¿Por bondad o por convicción? ¿Qué significado tiene el perdón?, porque, por supuesto, el agua que discurre por el cauce de un río nunca es la misma. Es algo complicado.

También me preguntaba por qué en ocasiones nos atacan los fantasmas del pasado cuando todo parece ir más o menos bien; te descuidas un poco y ya te ves subsanando mentalmente errores cometidos por ignorancia o por circunstancias inadecuadas, que en todos lados se dan y más veces de las que quisiéramos. Seguro que les ha pasado más de una vez, cuando se preguntan “¿qué jodido cabo anda suelto, que esto no acaba de tirar?” y no aciertan con la respuesta por más vueltas que le den. A mí la mejor definición que se me ocurre es que el inconsciente es un marrano, suena algo pueblerina pero cobra más efecto que decir que es simplemente un hijo de puta, porque de eso hay mucho suelto y tampoco es ninguna novedad.

Supongo que todo esto no es lo que llaman encontrarse con uno mismo. Uno nunca se acaba de encontrar porque está vivo y en progresión cambiante. Es lo que tiene la verticalidad del alma, que cuando se da una hostia ya no sube.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Nunca nos encontraremos a nosotros mismos,ya que como tú dices, todo lo que nos envuelve e incluso nosotros cambia continuamente. Así que mas vale dejar de buscar y empezar a vivir.
J

Spirou dijo...

Bueno, yo creo que vivir en sí es la búsqueda de la certeza, el valor y la virtud mediante la percepción y el conocimiento; aunque no debemos esperar encontrar respuestas, porque la respuesta lleva a otra pregunta, y el exceso de respuestas a la ignorancia.