viernes, 26 de septiembre de 2008

De árboles frutales

Tengo un peral en el huerto que este año, con eso de las lluvias y el latigazo de la crisis, le ha dado por echar frutos para alborozo de los circunstantes: unas peras grandes, olorosas, peras enormes, suaves y jugosas, peras limoneras. Los más atrevidos pueden recrearse en el astuto juego de palabras, que otros ya lo han hecho.
Los árboles frutales, así como las novias, son bastante caprichosos en lo que a dar se refiere; uno se pasa el año pensando “¿Dará y podré comer? ¿No dará? ¿Nos apañaremos con el espantapájaros como el año pasado? Dios, cómo me gustaría ser alto.”
Al árbol frutal –como a la novia- lo tiene que cuidar con mimo el hortelano, escardando y removiendo la tierra de su alrededor y regándolo de vez en cuando para que crezca y no se quede mustio.

El asunto de los abonos es muy interesante; se trata de una especie de ‘algo’ (estiércol, bombones, nitrógeno…), muy pequeño y de aroma sutil eso sí, que se ocupa de dar collejas a las plantas rezagadas.
-¡Crece!
-¡No quiero!
-¡Zasca! (colleja onomatopéyica)
-¡Jo!
Y la planta aprieta el culo y crece con un vigor y un porte sanotes que dan gusto.
Desde que conocí la composición del estiércol natural, lo que conocemos como ‘caca de bicho’, siempre me imaginé a un payés de cuclillas, haciendo fuerza y con cara de circunstancias sobre las verdes tomateras. Piénsenlo bien, es uno de los mejores métodos para hacer sostenible el planeta: te zampas las judías, regeneras el sobrante y a los pocos meses tienes unos tomates la mar de saludables. Los que hayan puesto cara de asco que se informen sobre el agua con que riegan las hortalizas que canjean en la tienda por la mitad de su sueldo; seguro que ya no les hará tanta gracia aquello de la berenjena multicolor o la lechuga de tres cuerpos.
La cantidad de mierda –llámese nitratos y jarabe vitaminado de azufre- con que se abona y se elimina a todo insecto vegetariano es ingente, pero como somos algo atascadillos sólo nos escandalizamos al pensar en si la carne de la hamburguesa será de rata o de torito capón.

Ya dicen que ojos que no ven, corazón que no siente, por eso más vale hacerse el sueco de vez en cuando y pensar que todo esto de la naturaleza es un misterio. Yo, por si acaso y dado que hoy puede ser un gran día, voy a ver si me llego hasta el huerto para recolectar alguna pera madura.

4 comentarios:

el kinomou dijo...

En el caso de que haya sobrante me gustaría probar una de esas peras: necesito cerciorarme de que el sabor que me venden en el mercado corresponde con el sabor "real" del producto.
¡Buena cosecha!

Spirou dijo...

Muchacho, algunas peras son como el cepillo de dientes: no se prestan.
Bien es cierto que las que te venden suelen saber poco y te dejan una ligera aspereza en el paladar.
Soy partidario de visistar cualquier día huertos ajenos, a ver lo que se puede recolectar.

el kinomou dijo...

No, gracias. Cualquier cosa antes que dejar que me lleves al huerto.

Spirou dijo...

No iba por ti, creído.