sábado, 23 de agosto de 2008

Los de hacienda (mejorado y atornillado)

¿Les hablé ya de que el insomnio es una gotera que pone nervioso a cualquiera? ¿No? Mejor. Porque si además de las circunstancias normales que producen el insomnio, como son el no dormir (sic), que te pique debajo del muslo, tener un vecino vigoroso o que la suegra te aporree la pared desde la habitación de al lado, si además de todo eso se añade el corrosivo y siempre incierto aleteo de los mosquitos, por más señas, las mosquitas, que son las que pican, apaga y vámonos. Todo un nido de maniacos.

El otro día apareció mi padre con un Radarcan (ir a comprar = hombre + ferretería ≠ sustento vital = aquellos tiempos de soltero), un chisme de ultrasonidos para ahuyentar mosquitos. Piensas que el Radarcan es un aparato de última tecnología, que al enchufarlo disparará una onda extrasensorial cibernética que arrasará la habitación, sujeto volador improductivo incluido, estampándolo contra el cristal de la ventana. Bueno, pues no. Resulta que el aparato emite sonidos de alta frecuencia (yo los oigo, llámenme perro) y suena como si alguien estuviese tirándose pedos con mucho recato, una especie de brbrzrzzrprprrbbrzpzdzdzdzdz, o algo por el estilo. Tal vez para los mosquitos urbanos funcione, que son un poco ñoñas, pero los de campo tienen los cojones más grandes que una peonza y se ríen de ello, y las hembras -que les gusta la variedad- lo saben. Digo esto porque el trasto en cuestión emula, o eso dicen, el zumbido del mosquito macho, que en esta época busca a la hembra para picarle el billete. Y la hembra, que está harta ya de tanto nematócero salido (acabo de quedarme con ustedes, pero no se escandalicen que ya se irán acostumbrando) huye como gachí en la discoteca, o se atonta, que para el caso viene siendo algo parecido. Lo cierto es que, atontadas o no, pican con muy mala leche, hincan el aguijón con tal desprecio que no sabes si lo hacen porque necesitan comer o por asco.

En mi vida de humano he practicado diversos métodos para deshacerme de las mosquitas. El primero es no contestar las llam… euh, no, esto no es, jod… sí, el primero es lo que habitualmente conocemos por Zapatilla Voladora, es decir, hostiazo que te crío y adiós muy buenas. Bastante efectivo, aunque el impacto-expansión desmerece mucho la pared. El segundo es tirar de soplete, que es algo engorroso de transportar, bombona arriba y abajo, pero cuando le abres la espita y das lumbre la habitación parece La Batalla de Inglaterra. Es cierto que después la cosa huele un poco a chamusquina, pero no deja de ser entretenido y te lo pasas en grande recordando la historia y haciendo un buen trabajo. El tercero –esto se me ocurrió un día. A veces se me ocurren cosas- es contar chistes de Lepe. No funciona, está comprobado; hace seis años puse una cinta de Chiquito y, desde entonces, no he podido donar sangre. Aunque el más efectivo, a mi parecer –sin contar el aparato que se enchufa y ahí te las den todas, Manolo-, en relación trabajo/servicio/calidad/y lo que tú quieras, es el aerosol (sin llama). Buscas, apuntas, aprietas con el dedo y la habitación termina oliendo a lavanda, si al jodido bicho no le ha dado por mutar e intentar meterse tu cabeza dentro de su boca. Por cierto, los mosquitos tienen dientes, o sea que no sólo pican sino que también son capaces de morderte los huevos. Toda una experiencia, oigan.

El insecto zumbador este es un bicho muy malo, que no se mata con piedra ni palo. En mi casa hay uno que, más que un insecto, parece un coyote. No les digo más.
De la hembra del mosquito tigre corren muchos rumores; el oficial es que ataca de día. Y una mierda. Tengo constancia física de que pica de noche, es más, hace un par de semanas dejé que me succionara una, en el brazo, para dar prueba ante notario de que llevo razón. Y vaya si la llevo, me ha vuelto a picar la muy cabrona.
Sinembargo, la pregunta que todos deberían hacerse es ¿para qué coño sirve un mosquito? ¿Para limpiar el cutis? ¿Para hurgar en el bote de la mermelada? ¿Para llevar a los niños al cole? No. Para que se lo coma una rana. Otra cosa no se me ocurre a estas horas, ya saben, la cadena trófica y eso. Montados en la grupa de este asunto también podríamos preguntarnos por la mosca, ¿Para qué coño sirve una mosca? Es increíble, la mosca, piénsenlo; como condimento en las barbacoas o representante del colectivo yonqui del aftersun, de poco más, porque también entra en la cadena trófica del mismo depredador, todo un chollo, no crean.
Mi ignorancia da para parar un tren, pero tampoco es plan de avasallar y ponernos exquisitos. Por eso creo que todo está más o menos claro; bien pensado -por aquello de que a nadie le gusta que le arranquen la cabeza de un mordisco-, no le den más vueltas y vayan la pajarería más cercana o miren debajo de sus camas. Pongan una rana en su vida.
¿Y la rana? ¿Para qué coño sirve una rana?

No hay comentarios: