domingo, 1 de marzo de 2009

La bragueta y la madre que la parió

Desde hace varios años me asalta una petite question (reparen en el francés tan apañado que gasto) que bien podría formar parte de lo que se conoce como Grandes Preguntas de la Humanidad. ¿Quién fue ese ser tan especial que inventó los pantalones con botones? Muchos de ustedes ya están abriendo la boca y exclamando “anda, coño, qué razón tienes”. Pues sí amigos, el tipo que inventó este sistema de abrochado mediante botones era un perfecto gilipollas.

Las conclusiones que aquí se disponen no aparecen de un día para otro recién levantado, no, aparecen cuando llevas dos horas de atasco, te estás meando y por fin consigues una letrina/esquina/meadero canino. Y aquello no se abre: el puto botón se ha enganchado y no cede. Y tú, que ya no eres un niño de seis años al que solamente con un botón le bastaba, comienzas a cagarte en el copón de Bullas y ves que te vas a mear encima. Está situación es muy embarazosa y bastante ridícula, porque con tanto movimiento de bragueta, más que mear, parece que te la estés meneando.

Los botones se inventaron para dar a entender que uno tiene el paquete más generoso que el que por sí tiene. Vean, si no, como la fila de botones ocupa más espacio en la vertical braguetera que una sencilla cremallera, lo que da una apariencia de tipo que está a la vuelta de todo. Por otro lado corre el mito de que los botones dejaron en la estacada al ‘crujimiento huevero’, al ‘te pillo y ya no corres’ y al ‘Dios mío, Dios mío, joder, qué daño’. Yo –y les hablo desde la sinceridad de un ciudadano que paga sus impuestos- nunca me he pillado el elemento articulado con la cremallera del pantalón. La secuencia, para aquellos que no sean muy duchos en el arte del desagüe pudoroso es esta: te bajas la cremallera; introduces la mano (o las manos) por la bragueta; extraes elemento conductor; ejecutas con precisión y puntería; chop, chop; introduces elemento conductor por la bragueta y cierras la cremallera con un ligero tirón hacia fuera para evitar posibles accidentes. Y luego, por supuesto, te lavas las manos y no eres un cerdo. Después de escribir esto me pregunto de qué modo meará la gente para acabar sangrando como gorrinos en matanza o con las pelotas enrailadas.

Les comento estas cosas porque últimamente estoy teniendo problemas para desabotonar un pantalón vaquero, lo que me ha hecho pensar que, si fuera putero aficionado, me cobrarían un plus de apertura por cada mamada. Y no está la cosa para andar derrochando, oigan. O piensen en ese momento de calentón de aquí te pillo aquí te mato. Vamos, es para aburrir a cualquiera.

Desde aquí les invito a que den su opinión acerca de si es más funcional una bragueta de botones o de cremallera (siempre en el caso de seres humanos con pito). A mí, la verdad, cada día me da más quebraderos de cabeza, pero oigan, al final, qué gustirrinín.